Todos hemos escuchado a gente que dice que “correr te produce euforia” o que “es adictivo”, pero a muchos nos resulta difícil amar el ejercicio. Algunos dirán incluso que lo odian, que es una pesadilla, o que solo pensar en ir al gimnasio les produce ansiedad.
¿Por qué algunos de nosotros odiamos el ejercicio? Y, ¿cómo superar eso para cosechar los beneficios de poner el cuerpo en movimiento?
Los humanos no evolucionamos para “hacer ejercicio”
A lo largo de casi toda la historia humana, hubo escasez de comida y la actividad no era cuestión de opción. Durante milenios, los humanos tuvieron que moverse para encontrar comida y, una vez alimentados, descansaban para conservar energía, porque no sabían cuándo volverían a comer.
Así que, si te dan ganas de sentarte a mirar Netflix en lugar de ir al gimnasio, tal vez te consuele saber que el descanso es una tendencia humana natural.