El presidente ruso comunicó su decisión en una reunión televisada con Serguéi Shoigú, su ministro de defensa.
Los últimos combatientes del ejército ucraniano que quedan en la localidad, que son unos 2.000, se refugian en la enorme planta de hierro y acero que tiene un búnker subterráneo.
Además, se ha informado que unos 2.000 civiles también viven allí en condiciones inhumanas, aunque la BBC no ha confirmado esta cifra de forma independiente.
“Considero innecesario el asalto propuesto a la zona industrial. Le ordeno que lo cancele (…) No hay necesidad de entrar en estas catacumbas y arrastrarse bajo tierra por esas instalaciones industriales”, sostuvo el mandatario sentado frente a una pequeña mesa junto al ministro.